La fauna de la biblioteca

Es divertido ver cómo se repiten los patrones. Aunque con nuestras particularidades, al final todos somos iguales.
Durante mi época de estudiante, solía frecuentar una biblioteca pública en Madrid durante mis primeros años de carrera: la biblioteca Acuña. Durante muchas tardes y sábados por la mañana iba a esa biblioteca a preparar apuntes y consultar principalmente el libro de bioquímica que tenían. La recuerdo con cariño. Y siempre que me acuerdo de ella, recuerdo toda la fauna que en ella habitaba. Desde los bibliotecarios (siempre pensé que eran muchos) hasta los estudiantes, pasando por una serie de usuarios que en ella habitaba. De los primeros, diré que los recuerdo ruidosos. Demasiado. Mucho más que los usuarios. Siempre de cháchara, con el “Marca”, navegando por internet. En el fondo no hacían mucho que digamos. Solo recuerdo que se hacían valer en época de exámenes. En el momento que veían que alguien dejaba un par de apuntes para guardar el sitio, los quitaban automáticamente.

Luego estaban los usuarios: estudiantes que se tiraban las horas delante del libro; estudiantes que los dejaban ahí y aparecían horas más tarde; los que iban a hablar con sus amigos; y luego los casos particulares: el anciano que llevaba su libro de química orgánica y una calculadora y se ponía a resolver los ejercicios una y otra vez; el mendigo de la bolsa de “Foot Locker” que se quedaba unas horas dormido, al igual que hacía una adorable ancianita (también sin hogar). No molestaban a nadie. También recuerdo al tipo que caminaba siempre con los hombros un par de metros por detrás de la espalda y la trifulca que tuvo con aquel que contaba las monedas que guardaba en su maletín por la cesión de un asiento por parte del primero a una chica joven.

Ahora que he vuelto a la biblioteca, vuelvo a encontrar esa pequeña fauna. Suiza, pero fauna. Después de pasar ya unas semanas en este sitio, ya reconozco al tipo que siempre se sienta en el mismo puesto (en realidad son varios los que lo hacen); también a los que se tiran horas delante del libro (o en este caso, portátil o tablet); aquellos que por el contrario los dejan ahí tirado durante horas (no así el portátil o la tablet); y por supuesto, a los particulares. Más diluidos, pero están. Y quién sabe. Seguramente yo también sea parte de la fauna particular de alguna otra persona.

Me encanta la biblioteca y su fauna.

Fer

La Casa de Granada (Madrid)

Vale. Soy un cascarrabias y a veces me gustan las cosas tal y como están.

El jueves fui con mi novia a la Casa de Granada, bar de tapas situado en la sexta planta de un edificio junto al metro de Tirso de Molina. Este lugar se caracterizaba por un ambiente hogareño, donde el comedor estaba ambientado como un salón, con sus paredes verdes, sus sillas altas y de madera, mesas grandes, para ir con tus amigos y sobre todo, donde podías encontrar raciones generosas, no muy sanas, pero muy buenas para acompañar con buena cerveza y mejor compañía.

Como llevaba unos meses sin ir por Madrid, se me antojó ir allí, a tomar una cerveza con una ración de patatas en su terraza diminuta para bajar el calor del verano. Cuán sorprendidos nos quedamos nada mas abrir la puerta del ascensor y ver el nuevo diseño, hasta tal punto que pensamos que nos habíamos equivocado. Pero tenía el mismo nombre. Sin embargo todo había cambiado. Ahora todo es más limpio, blanco y reluciente. Una terraza más amplia así  una música de fondo procedente de un canal de la TDT y que tienen como hilo musical. Dudamos, pero nos sentaron en el salón, donde eramos los terceros en la lista para sentarnos en la terraza. Tras preguntar al camarero si no tenían ya la carta antigua, y responderme que no, que todo era nuevo, pero muy bueno, decidimos pedir una ración de cazón, con una cerveza y un tinto de verano (de los preparados). Regular, con un sabor a adobo no muy apetecible.

Buscaba el sitio de siempre. El que todo el mundo había conocido. Al que iban muchos estudiantes. Ahora es otro sitio más. Para los turistas. Otro más con la decoración tipo “IKEA”. Y con un precio mucho más elevado. Probablemente sea yo. Pero he de decir que en los escasos 15 minutos que estuvimos allí, dos grupos se dieron media vuelta al entrar. A parte de leer alguna crítica parecida a la que aquí escribo.

Probablemente tengan más existo. Yo por mi parte, la próxima vez que vuelva a Madrid, ya no iré. Seguiré yendo al resto de bares que esta ciudad tiene y que aún conservan su estilo y encanto.

Los cambios a veces son buenos. Pero sólo a veces.

Fer

Tchaikovsky

O el Lago de los Cisnes. Pues si, el miércoles pasado fui al ballet, a ver en concreto esta obra compuesta por Pyotr Ilyich Tchaikovsky entre 1875 y 1876. Actualmente está siendo representada en el Teatro Arteria Coliseum Madrid, junto con “Romeo y Julieta” y “La Bella Durmiente”, que clausura a este trío el 5 de agosto.

Ni que decir tiene que iba con todas mis reservas, ya que de todos es conocido la reticencia que tenemos los hombres al ballet. He de decir que el teatro, a pesar de no ser una maravilla arquitectónica, tiene su encanto. Me recordaba al viejo cine Imperio en Toledo. La puesta en escena estuvo bien (dentro de lo que yo entiendo), con un gran número de bailarines, un vestuario llamativo y unos decorados supongo que propios de la representación. La obra se dividió en 4 partes: El cumpleaños de Sigfrido, el encuentro de Sigfrido y Odette en el bosque, la fiesta de petición de mano de Sigfrido y el sacrificio de los jóvenes. No voy a meterme en la historia, pues para información detallada ya la tenéis aquí (mas que nada porque no me apetece). En total, algo más de dos horas con descanso entre la segunda y tercera parte.

Recomiendo, si no habéis ido nunca, ver esta obra, sobretodo por lo interesante en el precio. Pero mejor si vais con alguien que entienda, más que nada para que os de conversación y os explique los aspectos técnicos y no caigáis en los brazos de Morfeo (lo cual es probable). Y si os leéis la historia previamente, tanto que mejor, ya que si no, no os enterareis de nada de la historia por medio de la representación.

Fer

Palacio de Cibeles

Lo he visto muchas veces (como diría una amiga, mil veces o más) y la verdad es que no me había planteado nunca pasar a la antigua sede de Correos, que leyendo la historia un poco del edificio, veo que lleva ahí plantado desde 1919.

El caso es que paseando por la zona me decidí a entrar acompañando de una palentina que no tenía nada de frio, para refugiarme del siberiano temporal que corría ayer por las calles de la capital y de paso satisfacer la curiosidad de ver de vez en cuando personas asomadas a sus balcones con tanta regularidad.

El resultado: una galería de exposiciones (actualmente alberga unas cuantas, entre la que se encuentra Post-it City y Memoria Fragmentada, de Francesc Torres). Posee también una zona de lectura luminosa, una exposición permanente sobre la construcción del edificio, y su, a mi parecer, principal atractivo: subir a su torre para contemplar la glorieta de la Cibeles, la calle Alcalá con el nacimiento de Gran Vía, o la prolongación del paseo de Prado a ambos lados de la glorieta. También se observa la parte trasera del edificio, pero debido no se si a su escasa altura o la disposición del terreno, no ofrece unas vistas  muy espectaculares en su parte trasera.

Subiría alguna foto, pero la verdad, las que saqué con el teléfono no merecen la pena. Esperaré a que mi amiga me pase alguna o ya subiré a tomar alguna. Os dejo el link de su página:

http://www.centrocentro.org/

Os lo recomiendo si tenéis un rato y estáis por la zona. Por las vistas y por el propio edificio.

Fer

Colapso en el Cercanías

Hoy es uno de esos días en los que uno se da cuenta de la la cantidad de gente que toma a diario el transporte público. Por problemas en Sol, que todavía no han especificado, hoy el Cercanías se ha visto colapsado. Trenes parados, multitudes de gente agolpadas en los andenes, vaivenes de ríos de personas ante los múltiples cambios de dirección…

Es cierto que iba sin prisa alguna, pero aún así, me ha parecido rápida la reacción de los encargados, ya que si no me equivoco, estaban haciendo pasar todos los trenes por Recoletos, lo cual, para sólo dos vías, es un tráfico denso.

Respecto a los pasajeros, salvo casos aislados, la gente se ha comportado, para mi sorpresa, de forma cívica y correcta. Aquí rompo una lanza en favor del transporte público (aunque no me meto en el tema de los precios).

Fer